
Las comunidades escolares acercan a padres y familias, profesores, escuela y comunidad. Un trípode bien equilibrado que apoya a los estudiantes y aporta beneficios a todos.
Publicado el 21 de abril de 2015 Actualizado el 16 de marzo de 2023
Aunque poder debatir en clase es un principio fundador de la escuela, es necesario tomar algunas precauciones.
En efecto, los acontecimientos recurrentes nos muestran que las reacciones pueden ser a veces muy fuertes y que, en lugar de fomentar la expresión, se crean tensiones.
En estos tiempos revueltos, en los que se suceden atentados, catástrofes naturales y otras tragedias, la tentación de debatir en clase es grande. Por un lado, para liberar la palabra y las emociones, y por otro, para entrenar la argumentación.
Sin embargo, no hay que perder de vista que una emoción es algo profundamente sentido y que no siempre se conforma con el eco de los demás. Cuando el atentado contra Charlie Hebdo reveló todo el horror de un acto directamente dirigido contra la libertad de expresión, muchos profesores se encontraron ante la cuestión del debate. ¿Deben lanzar un debate sin cautela y correr el riesgo de que se les vaya de las manos, como hemos visto en otras ocasiones? ¿Hay que ofrecerles un espacio de debate parcialmente abierto y controlado por el profesor? ¿Se puede dejar que los jóvenes se ocupen de estos temas de actualidad sin permitirles expresarse?
Cada cual optó por lo que le pareció más adecuado dado el carácter excepcional del evento, basándose en parte en las recomendaciones del Ministerio de Educación francés, por ejemplo. Sin embargo, esto pone de manifiesto que hay algunos principios de precaución que deben tomarse en estos momentos.
En primer lugar, se trata de la redacción: se ha suspendido a profesores por algo más que una redacción polémica. Aunque la intención sea buena, la redacción no debe ser errónea: el debate es ante todo una discusión basada en una redacción que debe ser lo más neutra posible para no distorsionar el intercambio ni convertirse en un forofo.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta la edad de los alumnos: no será lo mismo un debate en secundaria que en primaria, bachillerato o universidad. Es muy posible que los alumnos debatan ya en el parvulario, es un buen ejercicio para aclarar y formular las ideas. Es un buen ejercicio para aclarar y formular los propios pensamientos. Evidentemente, hay que evitar hacerlo sobre un tema polémico; hay que tener información y dominarla un mínimo para debatir.
Este es el último punto que hay que tener en cuenta para plantear un debate en clase: sólo es posible si se tienen los conocimientos relacionados con el tema. No se puede cuestionar un tema que se desconoce totalmente o cuyos límites no se dominan. En lugar de un debate, el profesor también puede ofrecer los conocimientos para entender primero de qué trata el tema, antes de abrir la palabra a una discusión más libre. Así se evitan discusiones estériles o basadas en estereotipos que a veces tienen siglos de antigüedad.
Para que un debate en clase sea constructivo y tenga éxito, requiere una combinación de varios elementos. En primer lugar, debatir significa escuchar a la otra persona, comprender su punto de vista, antes de reaccionar. Significa saber controlarse, respetar al otro y crear un clima propicio al intercambio. Esto se aprende con la práctica. Si no es así, existe un riesgo real de que las cosas se descontrolen y se avecine la violencia verbal (o incluso física). Esta apertura es una de las misiones de la escuela, lo que justifica en gran medida el uso del debate en clase desde la Antigüedad.
En segundo lugar, significa utilizar los conocimientos de unos y otros para considerar un tema de forma global. Por tanto, es importante debatir sobre elementos conocidos, preferiblemente de forma regular para fijar las reglas, y no sólo durante acontecimientos traumáticos.
Además, debatir también consiste en aceptar estar en desacuerdo con la otra persona, respetándola. También significa tener cuidado con la forma de expresarse, porque una cosa es tener una idea, pero eso no significa que justifique atacar o herir a la otra persona formulándola torpemente de una manera que corta todo intercambio. Entonces es posible abordar todos los temas, incluidos los más controvertidos, con total seguridad.
Por último, es una ventaja para determinados campos de estudio, como los relacionados con el comercio. El debate es un buen entrenamiento para el rebote y la construcción de argumentos en tiempo real. Es una buena manera de poner a prueba la mente analítica del alumno, ya que necesita comprender los puntos de vista de quienes le rodean para encontrar el argumento adecuado. Estructuran su pensamiento con mayor rapidez y adquieren mayor eficacia y fluidez en la comunicación oral.
Por tanto, el mejor uso del debate en el aula lo determinará el profesor, que es el único capaz de identificar las capacidades y necesidades de sus alumnos. Sin benevolencia y conocimiento sobre el tema que se debate, no podrán tener la actitud de apertura y cuestionamiento que favorece los intercambios propugnados por la escuela.
Como toda herramienta que se precie, debe utilizarse para el fin adecuado y no es un fin en sí misma.
Ilustración: Monkey Business Images - Shutterstock
Referencias
Libertad de conciencia, libertad de expresión: herramientas pedagógicas para la reflexión y el debate con los alumnos - Eduscol
http://eduscol.education.fr/cid85297/liberte-de-conscience-liberte-d-expression-outils-pedagogiques-pour-reflechir-et-debattre-avec-les-eleves.html
Organizar un debate en clase - L'école ensemble
http://www.lecole-ensemble.org/pdf/methodo_01.pdf
¿Por qué "debatir en clase"? - Cuadernos pedagógicos
http://www.cahiers-pedagogiques.com/Pourquoi-debattre-en-classe
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