La cuestión de la energía ha tardado mucho tiempo en comprenderse. Aunque está en todas partes en la naturaleza, ha costado a muchos físicos, entre otros, analizarla y ponerla en una ecuación. Aún hoy quedan zonas grises que los científicos están estudiando, pero nuestros conocimientos nos permiten explicar mejor los distintos tipos de energía. Muchas de ellas se utilizan en el deporte, especialmente en las disciplinas de salto. En efecto, se necesita mucha energía para despegar del suelo y aterrizar lo más lejos o lo más alto posible.
El salto con pértiga es especial porque abarca varios. Con la carrera se acumula energía cinética que da lugar al vuelo; cuanto más rápido se va, mayor es la ganancia, más se cuadra la velocidad. Después, la pértiga la transforma en energía elástica cuando se dobla. Además, la evolución de la madera a los materiales compuestos ha permitido saltos cada vez más altos, ya que son capaces de doblarse con fuerza sin romperse. Por último, la barra devuelve la energía en la de la gravedad dando al atleta la capacidad de girar y pasar la barra, idealmente sin tocarla.
La escuela debe ser un espejo de la sociedad. A pesar de las buenas palabras, las desigualdades y los estereotipos de género siguen asolando la institución escolar. Sin embargo, nada es irreparable. Existe una gran cantidad de recursos, actividades y actitudes que pueden utilizarse para deconstruir los estereotipos de género.
Aprender un nuevo idioma ya conlleva cierta inseguridad. Más aún cuando se trata de hablar en voz alta con hablantes nativos. Pero esta inseguridad no tiene por qué ser tal. La única forma de adquirir fluidez en un idioma es conversar, aunque sea imperfectamente.
¿Cómo dar una representación tangible del futuro? ¿Cómo podemos fomentar el debate sobre nuestras orientaciones para las próximas décadas? Una de las respuestas está en el diseño de ficción, que propone producir objetos o servicios que concreten un futuro más o menos cercano, para dar pie al debate, para hacer visibles las paradojas, los impasses y los callejones sin salida en torno a nuestras representaciones del futuro.